Tom y Anders captan imágenes de vida salvaje con Profoto y Manfrotto | Profoto (ES)

Tom y Anders captan imágenes de vida salvaje con Profoto y Manfrotto

18 noviembre, 2018

Escrito por: Steven Hanratty

Lidiar con animales carnívoros salvajes deambulando, y fotografiar de noche para crear imágenes de vida salvaje realmente inolvidables.

En el continente africano, la única zona más meridional que la República de Botsuana es Sudráfrica. Los fotógrafos Tom Svensson y el mismísimo Anders Hannola, de Profoto, han venido en busca de vida salvaje. La belleza convive con la muerte. Porque, aunque existen pastizales y sabanas poblados por impalas, cebras y reses, también hay animales depredadores deambulando sueltos. En estos vastos paisajes de gran belleza, el peligro flota en el ambiente.

Tom conoce bien África y le gusta definirse no como fotógrafo de vida salvaje, sino como fotógrafo de conservación. “Quiero crear imágenes que muestren a los animales en su hábitat natural, fotografías que sean conmovedoras y que inspiren a las personas a hacer algo, a cambiar las cosas”.

La sesión: Finalmente llegan los impalas

Si hay una palabra que resuma toda la sesión, esa sería ‘paciencia’. Porque los animales son muy cautelosos: un paso en falso y de repente podrían convertirse en el almuerzo de un leopardo que pase por ahí. Así pues, si ven algo fuera de lo normal, no se acercarán. Esto plantea problemas a la hora de fotografiarlos, y es el motivo por el cual tardamos una semana desde que configuramos la cámara y el flash Profoto A1 hasta que captamos la primera imagen del impala acercándose al abrevadero.

El equipo situó la cámara en la otra orilla, desde donde Tom había observado anteriormente a los impalas acercarse y beber. Instalamos el robusto Joby GorillaPod 5K para mantener la cámara fija y estable. Mientras tanto, Anders colocó el Profoto A1 en el pequeño trípode a la izquierda de donde Tom esperaba que apareciesen los animales, con un filtro de gel naranja para dar más calidez a la piel de los impalas y compensar la luz solar que estaría detrás de ellos. Además, puesto que la luz cambiaba continuamente, Tom optó por disparar en TTL.

Tom esperó escondido a cierta distancia del abrevadero donde dispararía. Y ahí permaneció cinco horas al día. Esperando. Esperando. Esperando.

Finalmente, los impalas se acostumbraron al equipo fotográfico situado en el abrevadero. Después de un tiempo, les parecía normal que el equipo estuviera allí (al fin y al cabo, estaba allí ayer y el día anterior), así que los animales asustadizos por fin empezaron a acercarse. La espera valió la pena y permitió a Tom captar la primera imagen.

Estaba impresionado. “Con los flashes que había usado antes, la luz era excesiva, no era natural. Sin embargo, como el A1 no es un flash normal, resulta completamente natural”.

La noche cae en Botsuana

Fotografiar de noche es mucho más complicado, especialmente con las imágenes que Tom tenía en mente. Quería captar una hiena y un leopardo de noche con ambos animales perfectamente iluminados y las estrellas bien definidas en el cielo. En casos así, normalmente se utiliza una doble exposición: una para el animal y otra para las estrellas, y luego se combinan, ¿verdad? Incorrecto. Tom quería captar todo con solo una exposición.

Primero, Tom decidió disparar en modo manual con un diafragma de 5,6 y una exposición de 20 segundos para que las estrellas salieran lo más definidas posible. Si la exposición duraba más, las estrellas dejarían de ser pequeños puntos y se convertirían en pequeñas líneas en el cielo nocturno debido a la rotación del planeta.

La belleza convive con la muerte

Para captar la hiena, Anders montó el A1 en un árbol a la izquierda de la cámara para que la luz cayera sobre ella como suaves rayos de luna. El A1 estaba ajustado a baja potencia. "La mayoría de fotógrafos, cuando hablan del flash, siempre quieren más potencia, siempre más potencia”, explica Tom. “Para mí es todo lo contrario: para crear estas imágenes necesitaba un flash que fuera capaz de disminuir la potencia a un nivel tan bajo que la luz fuera muy sutil, y el A1 me permitía hacerlo".

Así que el flash estaba en modo manual y a baja potencia. El flash resultante fue tan rápido y suave que el animal casi no lo notó (y, seamos sinceros, nadie quiere enfrentarse a un carnívoro enfadado), pero había suficiente luz natural suave para iluminar perfectamente la hiena en la oscuridad.

Tom capturó el leopardo de la misma forma. Al igual que con la imagen de la hiena, montó la cámara en un Joby GorillaPod con las patas extendidas en la arena para soportar el peso. De nuevo, quería disparar en vertical, así que debía confiar en que el trípode aguantaría la cámara firmemente en su sitio a noventa grados, como lo había hecho con la hiena. Esta vez, el A1 estaba en el suelo a la izquierda de la cámara en un minitrípode Manfrotto PIXI, también a baja potencia para iluminar al leopardo lo más suavemente posible cuando se agachara para beber.

El mayor problema a la hora de fotografiar a ambos animales fue el enfoque.

"Los animales no son como los modelos; no puedes pedirles que se acerquen un momento mientras compruebas el enfoque, sino que necesitas una combinación de experiencia y suerte." Experiencia para saber que los carnívoros suelen bajar la cabeza al suelo para rastrear el olor de otros animales. Debes enfocar la cabeza para que salga definida y esperar que la suerte haga que el animal se acerque desde la dirección correcta (eso, y un poco de carne colocada de forma creativa).

Y, de nuevo, comienza la espera desde un escondite cercano. La única complicación es que había que sustituir las baterías cada noche porque todo el equipo estaba en modo de suspensión.

Confiar en el rendimiento del equipo

Los carnívoros deambulan por grandes distancias en busca de alimento. Tardamos ocho noches en captar la hiena y once noches hasta que la cabeza del leopardo activó el láser de espera que, a su vez, activó la cámara y el flash. Hay que esperar mucho tiempo y confiar plenamente en el equipo. Tienes que creer que todo saldrá bien en un abrir y cerrar de ojos o, de lo contrario, te marchas con las manos vacías.

Todo salió a la perfección, el equipo se fue de Botsuana con tres imágenes fabulosas tras una sesión inolvidable y Tom estaba muy feliz por haber podido captar a la escurridiza hiena de noche. Los trípodes de luz Manfrotto se adaptaron muy bien y se mantuvieron sólidos como una roca, mientras que el Profoto A1 proporcionó una calidad de luz que Tom nunca había obtenido con otro flash.

"Gracias al A1, Profoto me ha descubierto un mundo nocturno que no creía que fuera posible. Ahora pienso en imágenes que antes ni se me pasaban por la cabeza. En resumen, si los fotógrafos de naturaleza tienen que comprar un flash, debería ser el A1".

Escrito por: Steven Hanratty

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