En primer plano es una serie de artículos sobre fotógrafos prometedores que están a punto de dejar su huella en el mundo. En el primer artículo, la fotógrafa de moda y belleza Pauline Darley se presenta y habla de sus comienzos en la fotografía.
Hace diez años, cuando cumplí dieciocho, mis padres me regalaron mi primera cámara DSLR. No hacía mucho que había empezado a interesarme por la fotografía. Me gustaba buscar composiciones e intentar contar una historia con cada foto, pero necesitaba evolucionar y aprender el funcionamiento de la cámara (desde el punto de vista de la exposición, la distancia focal, las velocidades de obturación, la sensibilidad ISO, etc.).
En esa época, yo estudiaba Comunicación, y además me dedicaba a la fotografía. En mi opinión, evolucioné de forma muy natural. Nunca quise convertirme en fotógrafa profesional, tuve mucha suerte de que surgiera de forma espontánea.
Me interesaba fotografiar a personas, así que hacía fotos de mis amigos, de sus amigos, etc. Gracias al boca a boca, la gente empezó a encargarme fotografías, se ofrecían a posar para mí y después empezaron a contactarme marcas y revistas para ofrecerme trabajo.
Al finalizar mis másteres, tenía que elegir: continuar con mis estudios o intentar triunfar como fotógrafa. Fui muy afortunada, ya que todo salió bien desde el primer mes. Está claro que no fue tan fácil todos los meses, pero estoy contenta de seguir aquí siete años después. Mis aspiraciones han cambiado, al igual que mi trabajo, pero sigo disfrutando de lo que hago.
En la actualidad, hay una constante en todas mis fotos: el factor humano. Me gustan los retratos, la moda y la belleza, tanto en exteriores como en el estudio. Disfruto explorando todas las posibilidades, me inspiro en todo lo que me rodea. En el estudio, puedo controlar la iluminación y crear un ambiente específico, lo que me hace sentir muy cómoda.
Empecé tomando fotografías en exteriores y, al principio, nunca usaba flash. Me asustaba porque no sabía cómo utilizarlo, no tenía el control. Me resultaba más sencillo salir y buscar la luz natural perfecta. Aprendí mucho trabajando en el exterior, ya que estaba obligada a tomar fotos con cualquier luz y decidir qué ajuste me gustaba más. Practicaba mucho e intentaba encontrar mi estilo propio. Sin embargo, con el tiempo sentí que quería darle otra oportunidad al flash. Tres años después de empezar, invertí en mi primer kit de flash. Tomar fotografías con iluminación adicional me abrió las puertas de un mundo nuevo, ya que era capaz de recrear la luz que quería, jugando con los ajustes y la iluminación. Ya no dependía de la luz disponible. Ahora tenía el control.
Tuve suerte de descubrir este mundo nuevo gracias a la ayuda de mi socio, Maxime Stange.